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La mejor forma de jugar al fútbol es en compañía, y Gracias Iglesias y Luis Morocho te presentan una historia muy divertida.
En contra de lo que a primera vista pueda parecer, “EL GRAN FICHAJE” no es un cuento sobre fútbol, sino un cuento sobre ilusión, sobre esfuerzo y sobre perseverancia, en el que el valor del equipo está por encima de las virtudes y defectos individuales de los personajes de la historia.
Se trata, además, de un cuento coral en el que al final queda claro que incluso el supuesto protagonista no tiene más valor que cualquier otro habitante del pueblo, porque lo importante para alcanzar una meta es unir esfuerzos y sumar empeños.
Como autora del texto, tengo que reconocer que no me gusta el fútbol, yo soy más de baloncesto y natación, pero me fascina la capacidad cohesionadora del balompié. Basta con acercarse cualquier tarde a una cancha deportiva –o incluso a un descampado– en cualquier barrio de cualquier pueblo o ciudad del mundo para comprobar que en cuanto hay tres peques y una pelota –o algo que pueda hacer las veces de tal– se arma un partido. Y ¡cómo vibran unidos los aficionados de un club de fútbol cuando su equipo gana o simplemente marca un gol! Ya sea en uno de los grandes campeonatos internacionales o en la liga regional. De ahí es de donde tomé la inspiración para esta historia. Porque cuando se quita todo lo superficial de en medio y se despoja al espectáculo de masas de las grandes cifras económicas, de las superestrellas y de las violentas rivalidades alentadas por intereses externos, quedan el deporte puro y duro, la diversión, el esfuerzo y la amistad.
Sin embargo, tampoco era mi intención crear un cuento “de valores” con afán educativo y una moraleja de la que extraer conclusiones didácticas. Ante todo me apetecía hacer algo divertido. Por eso le di muchas vueltas al argumento, pensé mucho los nombres de las localidades, los clubes (fijaos bien en el marcador electrónico) y los personajes (no es casualidad que la bibliotecaria se llame Leocadia y la llamen Leo), y quise que hubiera toda una subtrama visual con animalitos como protagonistas para poner chispa y sabor a la historia, a todo lo cual han dado vida y color las fantásticas ilustraciones de Luis Morocho, llenas de vitalidad y frescura.
Por último, pero no menos importante, creo que en “EL GRAN FICHAJE” están representadas todas las edades: desde el abuelo al que todos admiran por su heroico pasado deportivo, hasta el niño que, con su inocencia, es el catalizador que propicia el desenlace. Porque cuando se persigue un sueño, no hay distancia generacional que valga y a veces los pueblos son como familias unidas por una misma ilusión.
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